El jardín de las tres hermanas (o, en mi caso, dos con algunos ajustes...)

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Como novata en el mundo de la jardinería y de la siembra de alimentos, siempre estoy aprendiendo. Constantemente consulto diferentes fuentes para buscar recomendaciones sobre el cuidado de plantas específicas, la lucha contra plagas, etc. Además, dado que la superficie que tengo disponible para sembrar es limitada, también leo y aprendo sobre temas como la rotación y la asociación de cultivos, para así aprovechar al máximo cada pequeño espacio disponible.  Esto me lleva al concepto de "las tres hermanas".

Me topé con esta idea en forma accidental: una maravillosa cuenta que sigo en Twitter (@brainpicker) publicó un artículo sobre un libro que me llamó la atención:"Braiding Sweetgrass: Indigenous Wisdom, Scientific Knowledge and the Teaching of Plants" (hasta donde sé no hay una traducción al español), escrito por Robin Wall Kimmerer, una profesora de biología y ciencias ambientales de origen indígena norteamericano. Se trata de un libro algo difícil de resumir en una o dos oraciones, pero creo que le puede gustar a cualquiera que ame la naturaleza. Al menos yo disfruté mucho leerlo. Y, aunque no es un libro de consejos para la huerta o el jardín, de su lectura aprendí algunas cosas que ahora aplico cuando trabajo en el jardín o salgo a buscar hierbas. 

Bueno, pero ¿dónde quedaron las tres hermanas? La Dra. Kimmerer las describe en forma muy hermosa y poética en su libro. Pero, como no me caracterizo por mi habilidad poética (me gusta decir que soy una escritora de "no ficción", ya que algunas de mis obras maestras incluyen reportes sobre temas de comercio internacional), me conformaré con decir que es una técnica de cultivo utilizada por los indígenas norteamericanos, quienes sembraban en un mismo espacio  maíz, frijoles y calabaza (o ayote, como decimos en mi país, o zapallo, como dicen en otros: por cierto, la primera palabra viene del náhuatl y la segunda del quechua). Las "hermanas" se apoyan mutuamente: el maíz es el primero en surgir, y provee soporte a la enredadera del frijol; por su parte, el frijol fija el nitrógeno de la atmósfera y lo lleva al suelo, con lo que pone a disponibilidad nutrientes para la familia. La calabaza es la última en germinar y se extiende en forma horizontal, con sus grandes hojas que protegen el suelo y ayudan a conservar humedad y a evitar las malas hierbas. Así, las tres plantas se ayudan y protegen, y también alimentan en forma muy balanceada: el maíz es rico en carbohidratos, los frijoles en proteína, y la calabaza es fuente de vitaminas. De ahí el gran valor dado por los nativos americanos a las tres hermanas, las cuales son mencionadas en numerosas leyendas e historias.

Una de mis cajas con las "dos hermanas".
Volviendo a mi jardín: aparte de la interesante lectura, me pareció una excelente idea para aprovechar el espacio; que mencioné es limitado. Pensaba que era necesario sembrar cada planta en su propio espacio y con suficiente separación, así que la idea de que se pueden sembrar diferentes cultivos tan juntos era algo nuevo para mí. El problema fue que leí sobre las tres hermanas a finales de mayo: un poco tarde en estas latitudes para empezar un nuevo gran proyecto de siembra. Así que tuve que ajustarme a mis posibilidades. Aprovechando que ya tenía sembradas y bien establecidas algunas plantas de zucchini, decidí sembrar en las mismas cajas guisantes (en inglés snap peas), que no son exactamente frijoles, pero al final también son leguminosas, crecen en enredaderas y fijan nitrógeno.

El sistema de siembra ha funcionado muy bien, porque las dos plantas no compiten por el espacio. Para dar soporte a las enredaderas tuve que usar palos de bambú, pues era un poco tarde para sembrar maíz, y también me preocupaba un poco no tener el espacio que éste puede necesitar. Así que tendré que esperar al próximo año y planear un poco más antes de intentar un verdadero jardín de las tres hermanas.

Los guisantes en la enredadera.
Si bien todavía estoy algo lejos de alcanzar la soberanía alimentaria, me alegra tener una cosecha aceptable de zucchini y de guisantes. Estos últimos tienen un sabor excelente, algo dulce, y se pueden consumir crudos o cocinados. Por ahora los hemos comido frescos en una ensalada verde, a la parrilla con un poquito de aceite de oliva y sal, y hervidos en mi versión de una "insalata" italiana con papas (la receta original es con vainas de frijol, pero hay que hacer lo que se puede con lo que se tiene...).

Cosecha para la "insalata".

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