Una excursión al reino Fungi

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Cada año, en octubre y noviembre, al ir bajando las temperaturas y aumentando las lluvias, es común encontrarse en los bosques de los alrededores con personas recogiendo hongos silvestres, algo que siempre me había dado cierta curiosidad. Si bien me encanta preparar hongos en la cocina, e incluso he cultivado algunos en casa con sustratos que venden ya listos, la idea de recoger hongos en el bosque me da temor, dadas las historias de intoxicaciones, algunas con terribles consecuencias, que de vez en cuando aparecen en los medios. 

Dado esto, y como me encanta aprender cosas nuevas, tenía algún tiempo de estar buscando un curso que me permitiera al menos obtener algunos conocimientos básicos. Al ser el otoño la temporada de los hongos silvestres, a menudo se ofrecen en esta época caminatas y cursos, en los cuales los cupos se llenan muy rápidamente, ya que hay un gran interés en el tema. Así que este año, teniendo esto en cuenta, me inscribí con bastante anticipación en una caminata con un experto que ofrece cursos en la región. 

Un lindo hongo silvestre (lamentablemente no anoté el nombre)...

La organización de un curso de este tipo, que incluya una caminata por el bosque para ver hongos, plantas, etc. "en vivo" requiere inspeccionar antes el sitio que se va a visitar, para evitar salir con el grupo el día del curso y no encontrar nada. Por esta razón, fue solo unos pocos días antes que nos informaron que el punto de partida sería un bosque cercano al Grosser Feldberg, la cumbre de la cadena montañosa del Taunus (que, con 878 m no son exactamente los Himalayas, pero bueno...).

Otro factor a tener en cuenta es si las condiciones del tiempo han sido favorables. Dado que el 2018 ha sido algo atípico por sus altas temperaturas y falta de lluvia, el día de la caminata no había la misma abundancia de hongos que en otras ocasiones, según nos explicó el experto. Sin embargo, esto me pareció más bien algo positivo, ya que la cantidad de información que se puede absorber en un par de horas tiene su límite, y no se retiene lo mismo si se observan 100 especies, que si son quizás 10 pero se estudian con más tiempo y detalle. 

La caminata fue muy interesante y me permitió al menos conocer algunas de las especies comunes en la región. Me llamó la atención la enorme variedad, y como incluso dentro de un mismo tipo de hongos hay especies comestibles, otras que no son venenosas pero tampoco tienen un sabor agradable, y otras tóxicas. En esta última categoría también hay diferentes grados, desde aquellos que solamente causan algún malestar estomacal, hasta los que pueden causar daño permanente al hígado. También hay casos de especies que son comestibles, pero que deben cocinarse bien (al menos unos 20 minutos) para eliminar sustancias tóxicas. Otro ejemplo fue el de una especie (Coprinopsis atramentaria) que es comestible, pero que si se combina con alcohol (o incluso si se toma alcohol horas después de haberla comido) provoca una fuerte intoxicación. 

También vimos hongos como el Amanita muscaria, alucinógeno y algo tóxico, pero inevitable de asociar con los Pitufos.

¿Estás ahí, Pitufina?

Se nos explicó también que en algunos casos crecen especies comestibles y no comestibles muy cerca unas de otras, por lo que es muy importante saber distinguirlas bien. En algunos casos el sabor es una de las características por distinguir, por lo que también probamos algunos hongos, escupiéndolos luego cual catadores de vino o café. 

Otra especie interesante, no venenosa pero tampoco reconocida por su valor culinario, es Oudemansiella mucida, conocida como "seta de porcelana" por su apariencia brillante y algo viscosa.

Si bien el curso me dio al menos unas herramientas básicas para distinguir los hongos, no creo que vaya a comenzar muy pronto a recolectarlos en el bosque: son muchas variedades y en muchos casos muy similares, para sentirme segura de que no estoy llevando alguno tóxico. Así que, por ahora, me quedaré con los que hay en el mercado y usaré lo aprendido para distinguir (pero no comerme) los que encuentre en el bosque o en el jardín.

Estos simpáticos Cyathus stercoreus (parecidos a pequeños nidos) aparecieron entre mis cebollinos. No son comestibles, pero aparentemente se les usa en la medicina china.  

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